martes. 23.04.2024
Alumnos de periodismo en clase. FOTO: Álvaro Arribas Martínez.
Alumnos de periodismo en clase. FOTO: Álvaro Arribas Martínez.

Desde el primer día de carrera se puede oír un rumor, una queja arrastrada por el pabellón donde los alumnos de la facultad de comunicación hacen de los pasillos el foro de la polis. Los de periodismo se quejan de tener asignaturas propias de publicidad o audiovisuales, los de audiovisuales hacen lo propio con las de publicidad y periodismo y los de publicidad con periodismo y audiovisuales. ¿Por qué? se preguntan, ¿por qué tengo que examinarme de una materia que no me interesa ni tiene que ver con la carrera que curso?

Y es que la universidad actual ha perdido la transversalidad aglutinadora del saber, atomizando cada carrera, incluso de una misma facultad, convirtiendo cada disciplina en un fuerte del que los alumnos no quieren salir. Con lo que ellos estudian les es suficiente, la universidad es un mero trámite para pasar a la fase siguiente, como el colegio o el instituto y no ese templo de sabiduría y cultivo personal con el que la universidad se planteó. Podría entender que un alumno de enfermería no mostrara interés por tener un manejo medianamente apropiado de Photoshop o Illustrator, pero que el alumno de periodismo vea eso como una perdida de tiempo bajo el pretexto de que él no se matriculó en una carrera de audiovisual deja patente el poco interés por el saber. Es la "funcionarización" del estudiante: no le saques de sus cuatro paredes, acaba la carrera y a trabajar durante 40 años exclusivamente de lo que ha estudiado hasta que se jubile, como si hubieran aprobado una oposición en la que además les han obligado a aprender lo más básico de Photoshop (pobrecitos) y que están seguros que no van a utilizar en la vida. No se pretende con este artículo que los universitarios tengan que formarse en toda la oferta académica que el centro les ofrece, se denuncia la parsimonia y la indiferencia de algunos alumnos por aprender, ven cada nueva oportunidad de adquirir conocimiento como una losa que los aplasta y no como una alas liberadoras. Generaciones pasadas a la nuestra se dejarían la piel por tener la oportunidad de formarse que nosotros tenemos y todavía hay desagradecidos que se quejan porque tienen que leerse la Retórica de Aristóteles.

En definitiva, el declive de la universidad mediterránea auspiciado por un plan Bolonia que anglosajoniza las facultades ha amortajado el conocimiento y ha hecho que si bien los alumnos pasan por la universidad, la universidad no pase por ellos.

Pero la universidad no pasa por ellos