sábado. 27.04.2024

Fast Fashion: El fenómeno de la moda desechable

La Fast Fashion engloba la producción en serie y el bajo costo de las prendas, además del comportamiento que tiene el consumidor frente a ellas, adquiriendo estos productos de forma contínua. 
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Logo Inditex/ Commons wikimedia

¿Qué ocurre con la ropa que no se vende? 
Esta moda rápida es la culpable de que miles de prendas sean desechadas o vuelvan a su país de origen para allí ser destruidas, acumulándose en vertederos que por lo general, están situados en zonas de lluvia, cosa que aún aumenta más que las fibras de poliéster (que son altamente contaminantes) y los microplásticos terminen en los acuíferos de esas zonas y en consecuencia contaminen las aguas. 
Otras prendas en cambio, se incineran, generando enormes cantidades de CO2 que se deben en gran parte a los químicos y tintes que tienen los tejidos. 
 

¿Quién hace Fast Fashion? 
Como referentes low cost tenemos a Zara que, con su estrategia de marketing ha conseguido conquistar al gran público.  Zara es una marca creada por el español Amancio Ortega que nació para cambiar la industria de la moda y ofrecer prendas a precios asequibles, revolucionando los hábitos de compra que han cambiado tanto el ciclo de la moda, como de los trabajadores y por supuesto, del medio ambiente. En 1985 se funda Inditex (industrias del diseño textil), una empresa que llevará el control de Zara y de otras marcas que se unirán posteriormente como Massimo Dutti, Bershka, Lefties o Pull&Bear. 

Está claro que la Fast Fashion se está expandiendo a pasos gigantes, avanzando tan rápido como nuestros gustos cambian. Ante esto, ha aparecido otro movimiento llamado “Slow Fashion” o moda sustentable que se centra en la “ropa vintage” y  lucha por hacernos pensar y replantearnos si necesitamos todo lo que compramos y si somos conscientes de dónde proviene esta ropa que consumimos. 

“Es cierto que con nuestra forma de comprar y gastar decidimos quién queremos que gobierne el mundo. ¿Las multinacionales y las grandes empresas contaminadoras? ¿O aquellas que funcionan con parámetros de producción limpios y un comportamiento laboral ético?”

En una entrevista a la revista Contexto Celia Ojeda, coordinadora de Consumo de Greenpeace explicaba:” En general, las empresas miran la rentabilidad a corto plazo y no creo que les preocupe mucho el beneficio de no hacerlo. Recuerdo que cuando trabajaba en el área de pesca de Greenpeace mucha gente me preguntaba por qué los países no detenían las capturas de pescado cuando era evidente que los stocks se estaban agotando. La respuesta que encontré siempre fue la misma: porque el sentido de la existencia de las grandes corporaciones es el business, el negocio puro y duro. Las consecuencias de su negocio suelen ser secundarias. Así que no es extraño que, cuando no ven excesiva rentabilidad en el pescado, empiecen a fabricar botellas de plástico o se dediquen a otra cosa hasta agotar las existencias. El medioambiente es accesorio. El problema al que nos enfrentamos es que aún no somos capaces de generar una conciencia social de que consumir es como votar. Es cierto que con nuestra forma de comprar y gastar decidimos quién queremos que gobierne el mundo. ¿Las multinacionales y las grandes empresas contaminadoras? ¿O aquellas que funcionan con parámetros de producción limpios y un comportamiento laboral ético?”